lunes, 29 de agosto de 2011

Goin' home

Aunque parezca que nos hemos bajado del yate en el primer puerto que nos ha parecido bien, para comernos la greek salad correspondiente, en realidad el refrigerio tuvo lugar despues de patrullar los hostiles muelles de Corfu.

-Mola quattra.

En su rudimentario italiano, una simpatica guardia de seguridad, ataviada a la usanza de nuestro gloriosa Guardia Civil, nos hizo ver que el paseo hasta la punta del puerto había sido completamente topanista. Por suerte, la tribu Quechua va pertrechada con magnificas y livianas mochilas, que convierten cualquier rodeo en un alegre paseo.

Una vez identificado el bar que hacías la veces de terminal, y descifrado el enigma del check-in (no, no servía con enseñar el correo con el numero de reserva, caballero), aún estuvimos a punto de irnos a Patraso. No contábamos con que los barcos se atrasan y por suerte se nos ocurrió preguntar, ya en la rampa de embarque, si el vajel del susodicho muelle iba adonde nos interesaba.

Evidentemente, el nuestro salía del muelle dos, una hora más tarde finalmente. Ya en el barco, traca final: el numero asignado en el billete que tanto nos costó encontrar debía de ser para alguna rifa benéfica, que tampoco conseguimos encontrar, ya que no había más asientos que los de una bar y restaurante tomados por una legión de camioneros cíngaros en chandal, de camino a Occidente.
Nos hicimos fuertes entre la mesa 6 y la 7 del restaurante, parapetados entre las sillas y confiando en que el suelo enmoquetado no fuera ni demasiado duro ni demasiado confortable para las chinches.

A la mañana siguiente, descubrimos que en realidad formábamos parte de una operación aerotransportada de invasión turística de Italia, como puede verse en la fotografía. Pero ya estábamos casi en casa!


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