jueves, 4 de diciembre de 2014

El centinela del atardecer

El centinela sube, como cada tarde, hasta lo alto de la loma que domina su balsa de arena. Enciende su Iphone de mentira, comprado en cualquiera de las veinte tiendas con chinas con permanente detrás del mostrador, y acciona su selección musical preferida. A lo lejos, en el páramo más yermo que Marte, aterrizan aviones cargados de turistas internacionales, preparados para beber cervezas internacionales hasta reventar, comer cocina internacional, en un ambiente de nivel internacional. Está bien, la patria le llamó para guardar aquel radar con forma de pelota de fútbol a sus espaldas, que probablemente deja de funcionar cada vez que se va la luz en la ciudad. ¿Qué más da? Ya sólo quedan 203 canciones hasta que venga el próximo turno, esto está hecho. Lo importante es que los turistas internacionales sigan viniendo, a bañarse en las aguas turquesas de las postales que vende la china en su tienda. Y para eso el radar tiene que estar a salvo de los peligros que acechan por todo ese llano.
A veces, cuando nadie le ve, el centinela baila. Mueve su fusil y su boina calada, y piensa que no se está tan mal allí arriba, viendo su isla perdida en el océano, contando aviones, adivinando si son Boeing o Airbus, si vienen de Holanda o de Francia. ¿Quién jugará en aquel campo de fútbol que se ve por allí?¿Qué mares surcarán aquellos barcos fondeados en la bahía a poniente?¿Habrá tan buena vista como aquí en aquellas lomas desnudas del norte?¿Cuántas vueltas darán esta noche las aspas de los molinos de Ponta Preta en el sur?
En la plaza, un vientecillo sopla mientras los niños juegan entre las sombras del último apagón. Un grogue, una conversación en las esquinas de adoquines invisibles. Llega el autobús del complejo hotelero que tanta prosperidad nos trajo, y un cargamento de camareros con una placa dorada con su nombre en el pecho, baja del vehículo buscando su casa. Mañana más turistas con gustos internacionales que atender, hay que descansar para atenderlos bien, que nos sigan trayendo dinero para hacer que el agua del mar se pueda beber, y no nos ahoguemos en esta piragua lunar.

Hola, turistas. Adiós, turistas. El atardecer sigue ahí, bien guardado desde las alturas.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Juan, un restaurador en el exilio

Juan nos identifica rápidamente, nada más apartar con el machete a los vendedores de recuerdos caboverdianos importados desde Senegal que se han instalado en la plaza. Después de ocho años regentando el bar de paredes de troncos y techo de paja, sirviendo atún y peixe serra día sí y día también a los turistas que llegan hasta la antigua capital del archipiélago, ha desarrollado un sexto sentido para detectar a sus compatriotas.

- Así que este se queda trabajando y ustedes se van para para la península. No se preocupe usted, señora, que se lo vamos a cuidar bien.

Cuando acaba de pelearse con las cocineras y camareras, siempre en perfecto español porque a su edad no tiene sentido aprender portugués y menos el criollo, se abre una Mahou, como para recordar otros tiempos, y se sienta con los españoles rezagados por el mundo, a ver qué noticias le traen a aquel canario que cambió de islas tiempo atrás.

- ¿Para qué coño quiero yo ocho kilos de pulpo?

Es muy pesado tener que estar peleando cada día con los indígenas, sobre todos los pescadores que le llevan la materia prima, obstinados como están en no aprender la lengua del imperio. Y eso que el castillo de arriba de la montaña se hizo a pachas con Portugal, cuando sí que éramos una, grande y libre. ¡Qué tiempos! Por ahí llega el señor de la camiseta de polo con la bandera española y las sandalias con cintas rojigualdas, otro exiliado. Como el grupo de valientes marineros de nuestra gloriosa Armada, de paseo por estas costas, o la feliz pareja gallega con su guía para recién casados mochileros. Todos conocen a Juan y a su pequeña embajada-chill out embarrancada en la playa, siempre con su hilo musical de grandes éxitos del pop internacional interpretados con la flauta de pan andina.

De fondo, unos niños jugando a la pelota, zambulliéndose en el agua, un barco que llega despacio a la arena, con más pulpo todavía para Juan, unas palmeras escondiendo glorias pasadas de rutas hacia otras tierras. La tarde se pierde tranquilamente en el horizonte, exiliados un día más en el Trópico.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Olindo, un chófer playero

Olindo es un chófer de primera, dejémoslo claro desde el principio. Nos recibe con su cartel de Girassol Tours, el gran emporio turístico del archipiélago, a la salida del ferry que nos trae desde Santiago hasta Maio. Allí está, al final del muelle hecho a medida del único bajel que atraca donde antaño el inglés abasteciera de agua sus navíos, con la misma ilusión que cualquiera en la terminal internacional de Heathrow con el mismo cartel en sus manos.
- Oiga, ¿este transporte es para nosotros?
- Bueno, quizás. Yo espero a un grupo de cinco personas.
- En ese caso, no. Somos siete.
- Bueno, pero les puedo llevar igualmente.

Al ser inquerido por el precio, se hace el remolón y nos lleva a un aparte. Joder, Olindo, no te pases, que no estás pegando un sablazo de aquí te espero. Nada, seguimos nuestro camino hasta el hotel.

El grupo de cinco en realidad era de siete, algo de lo que nos damos cuenta al llegar a lo alto de la pintoresca villa, confuçao. Así que nos hemos marcado la travesía del desierto como la haría el maestro Topanich. Olindo, compinchado con nuestra querida hotelera local, sabe que caeremos en sus garras, tarde o temprano.

- Señora, ¿y aquí cómo se mueve uno?
- Lo mejor es contratar un transporte privado que les haga un tour de 24 horas.
- ¿Y usted conoce alguno?

Vaya que si lo conoce. Olindo ya está estacionado en la puerta, esperando a sus presas. Mientras aceptamos la realidad, desayunamos un pan con mantequilla gracias a los oficios de la reencarnación de Josephine Baker, que ha abierto un garito en un contenedor reutilizado, frente a nuestro hotel, con todo el encanto del mundo. Josephine nos prepara unos bocadillos y sin darle más vueltas nos vamos a explorar Maio con Olindo.
Olindo es un amante de la playa, en realidad se ha montado este negocio para estar cerca del mar y no dentro de una barca, que es lo que hacía antes. Así que, casi antes de salir del pueblo, ya hemos vuelto a aparcar, para ver la primera de ellas, junto a un par de empredimientos turísticos topanistas, que serían un insoportable orgasmo para cualquier okupa. Decenas de apartamentos abandonados esperan que Olindo les lleve turistas, pero nada, las hordas siguen ocupando Barcelona.

Olindo decide que quiere ir a ver a su madre, así que nos lleva a la siguiente playa, donde nos abandona por un rato y aprovechamos para dar cuenta de los bocatas de Josephine, que cocina mejor que cantaba en la otra vida. El típico 'tiempo libre' de las excursiones organizadas, lo normal. Para solidarizarse, se da un baño con nosotros, antes de llevarnos al siguiente punto. Como le viene de paso, saluda a su mujer, que no nos saluda a nosotros, pese a ser compatriotas. Mal rollo, 'luego hablamos, Olindo, que me tienes contenta con la furgoneta'. En la siguiente ensenada, el tema es 'la pesca del buzio', y nuestro chófer insular nos muestra como una legión de pescadores se pasan el día al sol para sacar una especie de almeja antediluviana del interior de esas caracolas que tienen el mar dentro. Cuidado con poner la oreja la próxima vez.
Olindo nos lleva ahora al desierto, a ver las dunas. Pequeño motín a bordo del vehículo, los 35 grados y 100% de humedad no invitan a ir a ver el pozo de agua salobre, minado a su alrededor por la ganadería de la isla. Olindo, un tipo observador, reacciona rápidamente, y nos conduce a Praiona, pequeño paraíso para estas emergencias. Olindo nos acompaña en un chapuzón que se alarga hasta que se va la luz.

Como Olindo es un tipo que cumple, decide acabar la vuelta a la isla, que no se diga de la seriedad isleña. Uno a uno, aunque sea a oscuras, entramos en todos los pueblos de nuestra ruta, en los que damos el preceptivo paseíllo. No sabemos si es una costumbre local, ni si nos enseña cada villorrio o, al contrario, nos enseña al personal del villorrio, para que puedan hablar de algo aquella noche.

Olindo, nuestro chófer playero, nos devuelve a nuestra casera, sanos y salvos y con el tour cumplido tal y como fue contratado, justo a tiempo para encargar la cena a Josephine. 

martes, 16 de septiembre de 2014

Adérito, un casero en la sombra

Empezamos aquí una serie dedicada a nuestros personajes caboverdianos preferidos, inaugurando también el relato de una aventura que nadie sabe hasta dónde llevará, de nuevo en África, las tribulaciones topanistas. Sí, después de un oscuro período de silencio, volvemos a la carga, otra vez tocando el paralelo 15 norte.

De Adérito sabemos poco. Algunas epístolas electrónicas, una llamada en medio de uno de aquellos balnearios que frecuentaba Goethe, aprovechando una generosa red de wi-fi. Lo justo para confirmar que el apartamento en el condominio 'Ondas do Mar', está a nuestra disposición. Todo gracias a que el que iba a ser el jefe de la misión en ultramar a la que nos han destinado, abandona el barco, y nos cede el nido, con piscina incluida. Adérito es considerado, eso sí, nos manda a su mano derecho en la isla, Nelson, que después de algunas llamadas nada más llegados al aeropuerto Nelson (también) Mandela, logra localizarnos. Adérito no está en el país, anda por Lisboa por negocios, de lo que deducimos que es una persona muy ocupada y de cierta relevancia.

Nelson nos conduce, con su colega discotequero de copiloto ('el jefe me ha mandado a buscar a esta gente y me tienes que acompañar, cúrratelo, bien que te llevo yo siempre a casa por la noche'), por la carretera que rodea la bahía hasta el condominio. El Ondas do Mar sería el ejemplar típico en Lloret de Mar, pero con aquellos detalles propios de la arquitectura africana que hacen inconfundible a los edificios de más de una planta del continente: pasillos desproporcionados, por los que puede desfilar un pelotón de a ocho, ascensores que se paran entre piso y piso, balcones para bailar que no miran a ninguna parte, persianas que nadie recuerda cuándo se estropearon, repertorio de muebles con volutas Luis XIV junto a IKEA y otros rollo rústico. Y claro, bienvenida de cucarachas y eternos apagones. Con el apagón se va la luz, todo por el mismo precio, que Adérito, un tipo que sabe negociar, no acepta rebajar ni un escudo, en medio de una violenta discusión en la campiña germánica. Existe también la versión 'ha vuelto la luz pero se ha jodido la bomba y no hay agua, y no sabemos ni quién ni cuándo la reparará'. Y no le pregunten al guardia, sigue durmiendo desde ayer en su garita, desnucado.

Si fuera por Adérito, un tipo previsor, que nos ha dejado 10 juegos de toallas y sábanas de su abuela, tendríamos un generador como el chill-out sushi-bar de la esquina, pero eso ya no dependen de él, sino del condominio. Algún día saldrá de las sombras, esperemos que nosotros también, y le conoceremos.

domingo, 9 de febrero de 2014

Lo tenemos!

El equipo se divide en dos al día siguiente. Una parte sigue durmiendo, ya sin temor a recibir razzias nocturnas por parte de los mosquitos al haber comprado pertrechos en la tienda de la esquina, y el otro se va a conseguir aquellos ingredientes mágicos que le darán su toque de sabor a la superproducción.
A las 4 de la mañana, nuestro director de fotografía fija aparece con su deportivo en la puerta, y la mitad del equipo se encarama en las laderas del volcán que ha estado observando nuestros movimientos estos días. A tiempo para capturar la salida del sol y el renacimiento de la ciudad a sus pies. Cuando la otra parte del equipo justo ha vencido al sueño, están de vuelta y se dirigen a la busca y captura de más perlas que la ciudad guarda en su seno, así como de conseguir los últimos archivos pendientes y los regalos promocionales que las cadenas nos obsequian.

Se impone la preceptiva despedida de nuestra piscina preferida y una preceptiva sistema para el miembro del equipo que empezó el día antes. Largos de punta a punta, algunas gestiones pendientes y tras un simpa antalógico, esperamos al resto del equipo que nos ayudó durante estos días con una cerveza en la mano, que esta vez sí pagamos. Un brindis por ese equipo de leyenda, con el que se gozó tanto como se trabajó, fue un placer conocerles.

Tras la despedida con el resto de amigos topanistas en el país, maletas y taxi al aeropuerto ya a la mañana siguiente. Lo tenemos, ahora sólo hay que armar el rompecabezas, ya en nuestros estudios. Fue un gusto retransmitir otra nueva aventura, siempre inspirada en las enseñanzas del maestro Lazlo.

sábado, 8 de febrero de 2014

Maniobras archivísticas

Después de la tempestad, viene la calma, y todo el mundo se come un helado, como si nada hubiera pasado. Después del Dia D, viene el día E, en este caso lunes, en el que nada más levantarnos nos regalamos un desayuno en nuestra esquina preferida. Almuerzo nacional, como tiene que ser, y conversación de aquellas en las que se saborean los minutos, viendo subir el 22 calle arriba y saludando a los clientes que entran y salen del comedor.
Pero hay que rematar la faena, así que pedimos a nuestro locutor preferido que active algunos contactos para conseguir el archivo de imágenes y audio que nos falta.
En el Canal 21 nos tragamos un especial de la famosa cantante mexicana que viene triunfando desde mucho antes de que alguno de nosotros naciera. Embelesados por su cabellera rubia y su poderío en la madurez, apenas oímos nuestro nombre, el gran jefe nos atiende.

- Yo trabajé en los Estados Unidos, y regresé para empezar de cero con este canal. Un nuevo concepto, despedí a todos los presentadores y periodistas que tenían.

Cuando salimos con los archivos en nuestro poder, la cantante rubia sigue ahí en la tele de la sala de espera, repasando sus dilatada carrera. Nosotros repetimos el número en otro canal, esta vez más fashion, donde también conseguimos todo el material que necesitamos. Incluso tenemos que comprar més bytes para llevarlo todo en la maleta de vuelta a nuestros estudios. Poco a poco nos vemos en el papel, consiguiendo grandes inversores para nuestra superproducción que, sí, en un principio fue modesta, pero que crece a cada día que pasa.

Por la noche, cena con otro viejo camarada, protagonista de anteriores superproducciones fallidas. Somos agasajados de manera exquisita por la camarada y regresamos felices al hogar tras otra velada de reencuentros que quedará en nuestra memoria. Mañana ya el último día de este periplo, no se lo pierdan.

viernes, 7 de febrero de 2014

El voto es secreto

El Día D empieza a las 2.30 a.m., tras el boicot decidido por parte del enemigo con una jauría de mosquitos sobre nuestras cabezas durante las pocas horas de sueño que hemos podido conciliar.
Llegamos a la concentración del comando de defensa del voto, buscando desesperadamente un café que se nos resiste. Reparto de camisetas, pulseras, acreditaciones y todo lo indispensable para asegurar que el voto es secreto y que se cumple escrupulosamente el cóndigo electoral.
Pasadas las cuatro, la columna marcha por las calles desoladas por la Ley Seca, donde tan solo unos días atrás el bullicio high class de la capital explotaba alegremente. Consignas, vítores, himnos revolucionarios son cantados a coro, con la convicción de los triunfadores. Cuando llega ante las puertas del centro electoral, el enemigo no está. Se le espera un rato, porque sin él no se puede entrar en el terreno de juego. Los otros son menos, se han quedado durmiendo la mayoría y han adelantado a un mensajero, justo para abrir la puerta y no retrasar el proceso.
Entra la columna y los otros van llegando cada uno por su lado. Se van conformando las mesas bajo una letanía de cajas que se abren, artilugios que se desplegan y oraciones de confraternización, pidiéndole de nuevo a Dios Nuestro Señor que decida él y que encima ayude al ganador a hacerlo bien. Desde fuera, no entendemos entonces para qué hace falta hacer las elecciones.

Por fin conseguimos un café, aunque sea de polvos, y una pupusa que echarse a la boca. El equipo se separa: unos van a cubrir la bendición de la campaña, por nuestro amigo el párroco con aspecto de interesarse por la infancia, y los otros quedan esperando el pistoletazo de salida. De momento son los policías los que se quedan sin pistoletazos, tienen que entregarlos para votar, por primera vez uniformados.

- ¿Cómo que no tiene usted al día su carnet de policía? Entonces no puede votar.
- Verá usted, señora presidenta de Junta Receptora de Votos, es que yo ...

La democracia sigue su curso. El equipo se reune, tomas al centro ya abierto y rápida incursión para ver cómo vota el candidato mudito, el que no nos da una entrevista ni por recomendación. Se rumorea que en realidad da sus discursos en play back, entiéndase la dificultad de la entrevista con la misma técnica. Es su última oportunidad de aparecer en nuestra superproducción pero no lo entiende, sepultado por una masa de periodistas que quieren arrancar de sus labios una declaración o una imagen exclusiva.

Ni modo, nos vamos con el otro. Tensión, batucada, banderas, pancartas, ofensas cruzadas en la puerta de su colegio electoral. Las masas quieren ver cómo vota, llega por fin acompañado de sus tres soles, radiantes en ese día histórico para la familia. A la salida, la unidad 2 de grabación (la que tiene forma de teléfono móvil) está a punto de perderse, al ser olvidada en el parqueo, pero puede ser recuperada justo a tiempo.

Día trepidante, volvemos a la carga después de ser sableados por el restaurante de moda, el único que no boicotea nuestra hambre y sigue abierto en ese día. A esas horas se acerca poco a poco el final, pero aún quedan disputas que ver: entre observadores, entre vigilantes, entre vendedores de helados, todos pelean porque el voto sea secreto y nadie incite a los demás a votar como él o ella. Por fin se cierra el centro y se abren las cajas donde durante horas se han ido depositando centenares de votos, cuidadosamente marcados y doblados para no anularlos, casi de malabarismo.
Otra letanía empieza, aunque el nombre que preferirían escuchar aquellos que marchaban en formación para defender el voto no se escucha mucho, la verdad:

- Presente por la Patria!

Se conocen los primeros resultados, justo cuando el foco de la unidad 1 nos dice adiós y nos quedamos a oscuras. Parece que sí, pero no, la tendencia nos indica en una tablet que se gana para nos será suficiente para ganar del todo. Tenemos que cerrar con dos finales, no sea el caso que alguien haya contado mal en algún lugar de la Republica. Alguien nos convoca al triunfo, en la misma plaza donde nuestro estimado capellán bendecía las armas contrarias, pero va a ser que no, es más prudente retirarse a casa:

- Además, no hay nada que celebrar! -dice nuestra chófer indignada, justo antes de depositarnos en nuestra base de operaciones-

Bien, ya fue la batalla. Nos queda un momento para contemplar la ciudad, con una reserva alcohólica acopiada antes de que la Ley Seca echara a andar. Al comprar el hielo en la esquina, vemos pasar por delante nuestro el final que tanto buscábamos, en uno de esos diálogos perdidos que brotan por las esquinas:

- Así entonces habrá segunda vuelta. 25 millones de dólares oí que costaba.
- Ah, pues sí! Si dinero hay en este país, lo que pasa es que se lo gasta en puro papel.

Misión cumplida, ya sólo quedan algunos detalles que dejamos para mañana.



jueves, 6 de febrero de 2014

La calma que precede a la tempestad

En las calles de San Salvador se respira una tensa calma, nos damos cuenta al salir de nuestro sueño eterno, impasible a la horda de mosquitos que nos suele atacar cada noche. Se impone una parada técnica para recuperar fuerzas y trazar un plan de ataque en la jornada decisiva.
Nos dirigimos al Centro Español, uno de esos sitios que todavía conservan la serie de posters de promoción turísticas de cuando Fraga era ministro, y que atesoran pesadísimas placas metálicas que dan fe de ilustres y pretéritas visitas. También debe de ser el único sitio del mundo en el que te dejan entrar sin pagar por se español, además de por la fronteras. Te hacen una fotocopia y puedes ir a bañarte, en modo prueba, durante un mes.

- Una cerveza, por favor.
- Fíjese que no.
- ¿Como que no? Pero si tiene una nevera llena ahí, que lo estoy viendo yo -exclamo alegre de haber descubierto el alijo alcohólico ante el camarero y un servidor-.
- Fíjese que está la Ley Seca en el país, por las elecciones.

¡Mierda de democracia! Sabía que al final seríamos víctimas de la ley y el orden. En cualquier caso, nos zambullimos en la piscina, comemos y descansamos. En nuestra cabeza, mientras damos cuenta de una hispánica y abstemia hamburguesa, empezamos a plantear el día de mañana, a pasar lista de todos los pertrechos necesarios y a repasar la secuencia de tomas y personajes.
Por la tarde, cubrimos la última capacitación de nuestra centuria electoral preferida. Somos testigos de los primeros forcejeos por colocar en un sitio más imposible el toldo (canopi en el dialecto local) donde ubicar la discomóvil con todos los éxitos revolucionarios de las tres décadas anteriores, y el comando de orientadores para el voto. Esperemos que no haya que evacuar a nadie mañana en ambulancia, el estropicio puede ser legendario.

A dormir pronto, en pocas horas estaremos en pie, el día D está ahí ya.

miércoles, 5 de febrero de 2014

Si yo no fuera presidente

Cuando uno deja de ser presidente, se dedica a hacer todo aquello que se atrevió a llevar a cabo cuando era presidente, y a dar consejos a los futuros presidentes sobre su quehacer. Atiende entrevistas, reparte abrazos anónimos, da declaraciones a canales locales de televisión y le llevan a observar elecciones por muchos países. El mundo está lleno de mesitas de recibidor con fotos desenfocadas o movidas, tomadas en un minuto de gloria en un fugaz encuentro, enmarcadas con lo mejor que uno encuentra en la tienda de efectos fotográficos de la esquina, de expresidentes abrazándonos con amor y sinceridad, como pidiéndonos perdón por todas las promesas que no supieron colmar. Se les ve liberados de una carga insoportable, con algo más de canas y ojeras, y aquella cara que el tiempo dejó en los que tuvieron la última palabra entre sus labios y jugaron con ella como con un caramelo que al fin se les escurrió entre los dientes.
Parabienes y promesas de fidelidad eterna, consejos de altos vuelos y los mejores deseos para el candidato, que ya parece verse como sus anfitriones, años después, presente en tantos marcos de IKEA sobre los tapetes que la abuela hizo para la mesita del living.

Por la mañana, volvemos a la ruta hotelera high luxe para conseguir más declaraciones y compromisos, con pregunta abierta desde el público incluida, micro en mano. Incluso tenemos ocasión de hablar directamente con el candidato, en un alarde de generosidad para con nuestra superproducción. A pesar de la afectación gástrica, producida por el festejo nocturno previo, vamos adelante con otra entrevista al cerebro del programa electoral, otro de esos ejercicios topanistas que algún día habrá que analizar con tranquilidad antes de volver a emprender el siguiente.

Después de asistir a la gran concentración de apoyo extranjero al candidato, nos entregamos a un fundido a negro, del que no saldremos hasta doce horas después. Total, la Ley Seca ha llegado a la ciudad, y ya no hay nada que hacer por esos tugurios de perdición hasta mañana.

martes, 4 de febrero de 2014

El voto decisivo

La jornada empieza con un buen desayuno con nuestro inefable Neftalí. Huevos rancheros y frijolitos volteados a una cuadra de la iglesia de Antiguo Cuscatlán, mientras el candidato se decide a llegar y dar comienzo a la misa programada para el día.
Una pléyade de permanentes con laca  prueba de campaña de electoral, va desfilando por el pasillo central, mientras el párroco elegido para tan magna celebración, repasa en la sacristía su homilía.

- Uno nunca pensó conocer a unos posibles presidente y vicepresidente de la República y darles instrucciones sobre cómo comportarse. Porque ahí fuera ustedes verán qué hacen, pero aquí dentro mando yo.

El jefe de todo esto dejar ir un hilillo de baba de satisfacción, mientras tartamudea su mensaje de amor y esperanza por un futuro mejor y se arregla su flequillo de niño estudioso. El partido reza, quizás el Todopoderoso nos ilumine en la recta final y nos dé su confianza para ganar, nosotros somos el brazo ejecutor de su voluntad. ¿Quién si no? Enfrascados en estas terribles dudas, las voluntarias de la sección femenina, presentes por la Patria y por todas partes, pasan el cepillo, para financiar el oficio. Algo parecido a como se hace con la campaña, aunque más fácil y económico porque la iglesia seguramente está ya amortizada y no cobra las tarifas del Hotel Terraza.
Salimos para el campo, a ver cómo es eso de que no tienen agua todavía en este país. Intercambio de carro y bajada al Trópico, a sudar y a tragar polvo. Entrevista con doña Reina, tremenda lideresa local, quien al acabar nos homenajea con un atol a la misma temperatura que el asfalto de la carretera. Logramos no quemarnos la lengua y llegar al siguiente proyecto de agua, con vistas a un Pacífico que nos espera, con sus mariachis, ceviches y familias que pasan el día con la abuelita.
Refrescados por la brisa marina, volvemos a la capital, a cubrir la última capacitación del día y la entrevista con nuestro abogado ambientalista preferido. Con un café en la mano y un fondo de público que bien pudiera haber estado en la misa de la mañana, desgranamos los agravios ambientales a este país.

No nos vamos a la cama sin celebrar que estamos aquí con los viejos camaradas. Mañana más, no dejen de seguirnos.

domingo, 2 de febrero de 2014

Prometeu e cumpriu!

- ¿No vas a querer hacerle una pregunta al Doctor?

A veces hay que reaccionar en fracciones de segundo o el tren pasa de largo. Por supuesto, apúntame, tengo una pregunta para el Doctor. En medio de la sala del Intercontinental (uno más en la ruta hotelera high luxe salvadoreña) me convierto en corresponsal especial para las elecciones por un medio internacional, que nadie conoce, por supuesto. Hemos llegado hasta allí siguiendo a nuestro reportero local, y al acabar su pregunta lanzo la mía. Gol, momento estelar para nuestra superproducción. Nadie entiende a qué viene hablar de algo tan material como darle agua a la gente. Por favor, sublimemos los instintos, pero cuando alguien anuncia que el principal asesor de campaña del Doctor está siendo procesado por desviar diez milloncejos, lo cohorte de periodista se avalanza sobre el candidato. No hay manera con la prensa.

A la salida de tan magno evento, rigurosa estética 'Dallas', tenemos ocasión de entrevistar a las tres hijas del Doctor, compañeras infatigables de sus andanzas electorales. Qué lindo papá tienen las tres marías, tan lindo y prístino como ellas. Pero vámonos para el cierre de campaña de los otros! Los arrabales nos esperan, rodeando una valla metálica que sólo pueden franquear los elegidos, aquellos como nosotros que consiguieron una acreditación en los salones del Crowne. Aguantamos el desfile de números infantiles, incluso una pieza de sociodrama, no carente de su análisis psicosocial, hasta que por fin llegan las estrellas de la noche. ¿Todas? No, falta ella.

- Prometeu e cumpriu! Prometeu e cumpriu!

Ahí la tiene, la jefa de todo esto, 50 años bien recauchutados, la heroina femenina y masculina del país, la mujer del presidente. La prueba de que alguien que duerme en esos hoteles por los que se pasean los candidatos les puede dirigir la palabra, de que merecen el respeto de la high society, por muy pandilleros que sean en Soyapango. Mientras el pueblo observa embelesado sus andares de protagonistas de cualquier culebrón carioca, ella desgrana lo conseguido en cinco años de gobierno, clama por cinco año más para el aspirante allí presente y reclama ser los profetas del amor. El Salvador se deshace como un azucarillo a sus pies.

De lo que dijo luego el candidato no nos acordamos demasiado, la verdad. Volvemos con nuestro querido Neftalí, siempre atento entre las sombras, a la última sesión, el cierre radiofónico para todo el país. Le devolvemos la pregunta del Doctor a nuestra querida diputada, para que se desquite, aunque sea ya al filo del cierre de la campaña. La superproducción no se cierra, mañana más.


jueves, 30 de enero de 2014

Héroes de la patria

Jamileth, con su rutilante melena caoba y su vestido de gala televisiva, surgió de un rincón, segura de su misión ante el impaciente público del Hotel Terraza, que ya coreaba su nombre:

- Doctor, así como cuando salvó a nuestra capital le dediqué esta canción, hoy quiero volver a dedicársela. Necesitamos que vuelva a salvar, en esta ocasión, nuestra amada patria.

Agarró el micrófono y entró perfecta en el play-back preparado por el staff del candidato, quien decidió observar con las pocas fuerzas que la lucha durante ocho meses contra el comunismo internacional le había dejado. Seguro que en ese momento evocaba a otros próceres como él, encargados de iluminar a sus compatriotas en difíciles momentos como este, tomando entre sus mandos la antorcha de la libertad.
Seguramente, no más de cuatro compases después de que Jamileth enfrentara su gentil tributo, hubiera tomado una aspirina antes que cualquier glorificadora tea, para combatir el dolor de cabeza, pero ya no había vuelta atrás. Los hombres de Estado deben ser así.

Había costado llegar a nuestro hombre, pero ya le teníamos en cuadro. Toda una mañana oteando la ciudad desde atalayas de cinco estrellas, localizando un set de entrevistas con vistas y solucionando nuestro particular sudoku que nos permitiera estar en todas partes a la vez. Gracias a Rogelio, becario en un bar de tapas franquiciado en Barcelona, conseguimos dar rápidamente con el mejor lugar para entrevistar a nuestro reportero guía. El volcán nos ofrecía el mejor escenario y parecía protegernos de todos los peligros, mientras desgranábamos los entresijos de nuestra superproducción. Esta vez no hubo tiempo para bañarse en la piscina del hotel sin pagar, con suerte conseguimos sentarnos ante un lunch ejecutivo y ordenar una agenda que cambiaba con cada llamada telefónica.

Tras la entrevista y el almuerzo, nueva capacitación en el centro de una ciudad tomada por los coches. Nuestro contacto a penas tuvo tiempo para dejarnos en el auditorio y volver a intentar aparcar en la gasolinera al otro lado de la calle. Algunas tomas y hacia el Terraza, sin tiempo que perder para oir la historia de don René, hijo pródigo de Santpedor, descendiente de una casta fundadora de cines y hoteles turísticos, apesadumbrado por el porvenir de la patria.

¡Jamileth, Jamileth! ¡Qué bálsamo para nuestros corazones, qué luz para nuestras dudas en la victoria! Todavía en la piscina del Terraza, ante dos chelas reconfortantes, resonaba tu voz en nuestros oídos y evocábamos tu clarividencia y respeto ante los héroes de la patria.

miércoles, 29 de enero de 2014

En campaña

El comando topanista entra en campaña. Puntuales, antes de que abran las panaderías, acudimos al punto de encuentro de la concentración del equipo rojo. Mientras se organizan para desplegar sus estandartes al viento, nos damos un refrigerio en la primera franquicia que nos abre sus puertas.

- ¿Frijolitos guisados o fritos?

La elección del desayuno tradicional es una especie de saludo a la patria y de imprescindible inyección calórica para en seguida ponerse manos a la obra. Las banderas llenan la avenida y diputados y militandes rasos se afanan en repartir insignias y todo el merchandaising que la industria del lejanos oriente tienen capacidad de fabricar. No falta la disco móvil, con chofer a coro, lanzando consignas y éxitos del hit parade electoral al aire. También presentadores de americana con botones dorados, sacadas del armario del Capitán Iglo, impostando voz de presentador tropical. Off the record descubrimos que en realidad hablan como todo el mundo.
Resueltos los problemas de conexión electrónica gracias a nuestro guía-chofer-radiofonista, nos dirigimos hacia Sta. Tecla. Un auditorio más tropical que el presentador alberga un mitin con tamal, pan dulce y refresco de tamarindo, donde unos y otros hablan de lo hecho y de lo que queda pendiente. Esta vez sí, denle otra oportunidad, como diría Pimpinela, está vez va en serio.

Tras la comida, reunión de trabajo con tarta de merengue con el equipo de comunicación de nuestra anfitriona, que se interesa por las últimas noticias de Piqué y Shaquira, de quienes lastimosamente podemos darles pocas informaciones. La agenda se empieza acelerar y hay que tomar decisiones, optamos por acreditarnos y resolver ese tema. Del Tribunal Superior Electoral al Crowne Plaza, de donde salimos con nuestras fotografías de urgencia y barba de tres días colgadas del cuello.
Por fin, cerramos el día con la presentación de la anterior superproducción topanista en el país, la que ha dado pie a la presente. Público entregado, palabras del director y reconocimiento de la hermandad audiovisual que nos une. ¿Demasiado para un solo día? Todavía tenemos tiempo para cerrar la exclusiva de mañana ante unas 'chelas', antes de irnos a la cama.


martes, 28 de enero de 2014

Luz verde

- Si me permite, voy a hacerle la seguridad.

Como si a uno le fueran a hacer la manicura, la señorita especialista en terrorismo internacional nos hace unas interrogatorio pret-a-porter de lo más intenso. No descubre ni sospecha en ningún momento que somos un comando de inteligencia y contrapropaganda, a punto de abordar el vuelo a Miami, pertrechado de cámaras, micros, cinta aislante y todo lo necesario para hacer la guerra psicológico-informativa.
Dentro del avión, descubrimos con alivio que nuestra línea aérea todavía conserva intacta su bodega de caldos franceses. Que el vuelo vaya medio vacío ayuda a que te puedas poner cómodo y a que toques a más botellas por barba, con lo que lo aprovechamos para disfrutar de nuestra propia compañía.

El comando topanista llega por fin a Miami. El teniente Echevarría nos delata, poniendo una A en la 'forma', lo que nos conduce, después de la primera barrera, a unos rayos X que tampoco impiden que pongamos pie en la tierra de las oportunidades. El 37 nos conduce hasta el Miami Springs Inn, una localización perfecta para cualquier drama de perdedores americanos, doblando la esquina de la pista de aterrizaje. Una Modelo adquirida en el karaoke peruano de la esquina nos sirve para darnos un breve homenaje, ese sorbo que te da la bienvenida y te proporciona la perspectiva del viajero que toda puerto.

Por la mañana, volvemos a nuestro bar preferido en la ciudad, pero tampoco conseguimos que la camarera latina se comunique con nosotros en la lengua que unía al imperio. Por suerte, café se dice muy parecido, no hay problema para recomponerse con un wafle tamaño Nuevo Mundo y volver a tomar el 37 de nuevo, de vuelta al avión. A las pocas hora aterrizamos en El Salvador.

- Pero yo necesito una dirección donde se alojen para dejarlos entrar.

El primo de Echeverría nos hace pasar un momento de pánico, que se resuelve a golpe de smartphone. En la aduana, el semáforo nos sonríen con una oronda luz verde y El Salvador se abre ante nosotros, llenos de cartelitos de hoteles de lujo que no preguntan por nosotros. Con el alijo de jamón serrano y queso manchego sano y salvo, esperamos a Chambita, quien nos lleva a nuestra primera cita con el guión.

Luces, cámara y acción. 'Quién paga el mariachi, elige la canción' echa a andar, no hay vuelta atrás.

PD. Si descubre el espía del partido contrario en la foto, gana un super wafle de nata y fruta.

miércoles, 1 de enero de 2014

Hasta pronto

Hasta pronto, quizás volvamos a vernos la próxima Navidad. Quién sabe si podremos volver a comer tagine de mil maneras diferentes, a paladear y recordar el sabor de las naranjas, a cenarnos con harira y huevo duro. A sacar fotos furtivas, a pasear entre los puestos de baratijas orientales, a dar propinas como marajás de barrio y a pasar calor en pleno invierno.

Fue un placer comprobar que todo sigue igual, al menos las cosas que nos hacen sonreir. Hasta muy pronto.