
Eso de ser la mitad del Imperio Romano, tiene su atractivo. Budva debia de ser el Lloret de Mar de hace dos mil anyos, y lo continua siendo. Lo tiene todo, el sol abrasador, los chiringuitos con pescadito frito, las madames veteranas y las que comienzan, chulos de piscina con tatuajes y ninyos amenazando con helados. Capitulo a parte es el culto a la cancion ligera montenegrina, nos extranya que no haya cristalizado en un festival veraniego donde dar la alternativa a alguna joven promesa.
Por suerte, como cualquier lugar del Mediterraneo, tiene su rincon, a salvo de cualquier genero musical. Pinos, vino y sopor veraniego, acompanyado de playa con agua color turquesa.
Ahi Lloret le podria hacer un favor a su hermana adriatica y pasarle unos metros cuadrados de playa. Hay que hablar con el consistorio gerundense y solucionar este tema, que acaba por mojarnos la ropa y las toallas inevitablemente.

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