domingo, 18 de agosto de 2013

Espías como nosotros

Una vez abandonado el campamento en las Galias, cruzamos definitivamente a Helvetia. Con Zúrich en el horizonte, volvimos sobre nuestros pasos y esta vez entramos por la puerta correcta, donde gentilmente nos pusieron el distintivo de contribuyentes a la red pública de autopistas, con un número trece del año bien visible en el parabrisas.
Al poco rato estábamos en la ciudad de las finanzas, el país no da para largas odiseas, la verdad. Aparcamos junto al lago, devoramos el preceptivo bocadillo de supermercado adquirido junto a la gasolina algunos kilómetros antes, y como Cenicienta, se nos dio cuatro horas para adentrarnos en la urbe. Como el país, paseo breve, y al final un pequeño homenaje al maestro Le Corbusier en la otra orilla del lago, en uno de esos parques con urinarios públicos dignos de la nave Enterprise, césped tipo Wimbledon, cuerpos Danone aprovechando los últimos rayos de sol veraniego en los Alpes y algún recién llegado organizando su barbacoa.

Camino a Vals, a nuestra guarida en las montañas. La oscuridad se cierne sobre nosotros y olvidamos que el navegador puede tener un horario para funcionar correctamente. Después de dos horas de camino entre desfiladeros de calendario, resulta más difícil encontrar el 153 de Valléestrasse en un villorrio de vacaciones somnoliento que haber llegado hasta allí. Preguntas a los pocos transeúntes en algo parecido al protoalemán, imposible de reproducir aquí. Cuando todo parece perdido, las indicaciones de nuestro contacto coinciden con una casa al final de la calle. Tensión, suspense. La caja superior izquierda, un código, una combinación de números sobre cuatros ruedas dentadas. Al colocar el cuarto, la puertecita de la caja metálica se abre y deja ver su interior con la llave del apartamento dentro.

Una pasta para celebrar la hazaña de nuestro espía preferido y a dormir, que mañana hay que estar despiertos para darse ese lujo prometido.


sábado, 17 de agosto de 2013

Take me to the parking

En los países civilizados aparcar puede ser todo un desafío. El Sr. Beyeler compró muchos cuadros e incluso mandó hacer un incomparable edificio a uno de esos arquitectos que venera la barra topanista, pero olvidó agenciarse el tipico descampado con gorrilla incorporado, donde dejar el vehículo cuando se va a visitar tanta obra de arte junta.

- No sé dónde está la máquina de pagar el aparcamiento, no soy de aquí.

No fue mi alemán, bastante oxidado, porque está claro que el señor de la rulot con salchichas y chucrut de oferta entendió la pregunta o los gestos que hice. El del puesto de fruta de enfrente no entendió, en cambio, cómo alguien preguntaba por el aparcamiento. Un amable excursionista decidió dirigirse a mí en francés y ahí nos entendimos mejor.

- He perdido la práctica, no sé cómo se hacia, hace mucho tiempo que no conduzco.

Con sus pepinos recién adquiridos, fuimos a preguntar a una farmacia, lógicamente. Ni idea de cómo aparcar. Bueno, quizás el encargado del super lo sepa.

- Puede aparcarse durante una hora gratis, no necesita pagar.
- ¿Y cómo sabe el señor agente a qué hora he llegado?
- Ah! Eso ya no lo sé. Pregunte a la policía cómo hacerlo.

Pepinos en mano y mochila en la espalda, fui departiendo hasta la comisaría de policía. El señor agente, sorprendido de que no supiéramos aparcar, nos dio un sencillo artefacto de cartón, con un disco giratorio que indicaba, a voluntad, la hora a la que habíamos llegado.
Con nuestra magnífica P de parking en mano, y habiendo agradecido al gentil caminante su inestimable ayuda, dejamos indicado y sin hacer trampas nuestra hora de arribo.

Ya en casa del Sr.Beyeler, pudimos deleitarnos con continente y contenido, dando cuenta después de unos magníficos bocadillos prefabricados en nuestro súper galo preferido en el jardín y la preceptiva botella de Costiers de algún río que no recuerdo.

Paseo por Basilea y encuentro con la afición roquera barquera en el Rhin, un río que además de rock arrastra bañistas de una parte a otra de la ciudad en días calurosos como este. No es de extrañar, con las dificultades para aparcar que ahí, que la gente prefiera tomar el río y no su vehículo, para ir de una parte a otra, con esa bolsas especialmente preparadas para flotar y llevar dentro la ropa con las que los chinos suizos están amasando una incalculable fortuna, vistos los precios.

Mañana a levantar el campamento en tierras galas y hacia las profundidades de los Alpes suizos.

viernes, 16 de agosto de 2013

Pitita's living

Pitita tiene un estilo que la hace única. Ningún detalle de su casa puede ser menos estupendo y exclusivo que ella, por eso viene a Weil am Rhein a por cualquier complemento del que necesite rodearse. A ella no le cobran ya la morterada para entrar que estipula tanto glamur, es casi accionista de esta fábrica de sueños inacanzables para los mortales que no saben tapizar de tigre su living, o hacerse la cole de todas las sillas de arquitectos venidos a decoradores, que los hay y muchos.
Algunas solo pueden aspirar a hacer de guías por el desierto polígono de naves de policarbonato contrachapado, que los turistas no osan tocar ni siquiera tras haber pagado otra morterada complementaria a la primera. Nuestra veterana compañera nos conduce por el erial tan chic, desgranando en su inglés de comandante felón de la Luftwafe las maravillas arquitectónicas que encontramos a nuestro paso. Insuperable la estación de servicio a replicar como cornucopias; o el puente topanista para proteger de la lluvia los muebles en su tránsito entre naves, que no funciona a pesar de los veinte metros de acero en voladizo.
Nos detenemos con pasión de estudiantes de cuarto de carrera ante la obra de la archiconocida arquitecta iraní, expresionismo en el cuartel de bomberos, que ya sólo sirve para enseñárselo a los turistas.

Por fin llegamos al momento zen del día y dejamos atrás a nuestra veterana amiga.

- Caminen por el camino de hormigón gris y sientan la emoción de entrar en el edificio. Observen la maestría de poner una pared para que nos concentremos al entrar, y sólo pensemos en la reunión que vamos a mantener.

Entramos en el búnker de uno en uno. Nuestra emocionada guía nos explica los secretos que los encofradores dejaron crípticamente expuestos en las paredes.

- Observen cómo se repite el número cuatro. Si lo dicen en japonés, estarán llamando al silencio.

Algunos esperamos a que el resto del grupo encuentre su sintonía con la madre naturaleza y con la carretera nacional que pasa delante, hasta que por fin salimos de esa orgía de serenidad y talento tranquilo.

Por la tarde nos da tiempo de dar un primer paseo de avanzadilla por Basilea, que mañana completaremos.


jueves, 15 de agosto de 2013

Almanaques modernos

Sigue nuestra tournée arquitectónica, y pasamos del Siglo de las Luces al movimento moderno, dice nuestra guía de cabecera. Aparcamos al pie de la colina, junto al convento post-moderno, y nos dirigimos al tótem de calendario que hemos visto toda nuestra vida colgado de alguna pared. Existe, está ahí, esa iglesia mil veces mal copiada en tantas parroquias de barrio con ínfulas artísticas. Las monjitas nos dejan entrar después de darnos el preceptivo sablazo, que no da derecho ni a un planito , aunque el lugar tampoco da para perderse.
Cuando el concierto en la capilla acaba, los turistas, nipones y occidentales, nos entregamos al fusilamiento de cada rincón y cada detalle del maestro, desde el gotelé hasta los confesionarios búnker, pasando por las bancos de hormigón armado con atril de acero AISI 314. Mientras, las monjitas se dan al espumoso de la región en la carpa que han instalado en la puerta, y dejan hacer a las hordas, como si se tratara de una rutina ancestral.
Nos dirigimos, ahítos de movimiento moderno, al lago de Ronchamp, a compatir con la otra parroquia local un sábado de asueto. Filete y siesta en la hierba, vamos cogiendo la mejor perspectiva de este país horizontal, que huele a verde y a buen vino.
Por la tarde, nos sobra un rato para pasear por Mulhouse y seguir con el tour arquitectónico, esta vez en un conjunto de casas de barrio de extrarradio modernetis, del que no sabemos si sus ocupantes serán muy conscientes. Cervecita en la plaza gótica, habiendo inspeccionado previamente las cartas de todas las terrazas para tener idea de la magnitud de la inversión, y de nuevo a nuestra carpa, a descansar sobre nuestra gran adquisición hinchable.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Franceses salerosos

En los países civilizados, cuando saben que uno va a llegar, sacan el tractor y le limpian el área de pic-nic que prevén va a ser utilizada. Para algo paga uno sus peajes y esas cosas. Localizamos las salinas de su Majestad, uno de esos lugares utópicos arquitectónicos, donde uno se imagina al señor arquitecto marcando con una tiza un semicírculo en medio de la campiña y proyectando una fábrica para conseguir sal a partir de la salmuera transportada en tuberías hechas con troncos de árboles, como lo hubiera hecho Pablo Mármol. La nouvelle cuisine francesa no habría existido, seguramente, sin el arquitecto y su tiza.
El señor del tractor acaba su faena, afeitar el campo, marcando bien los contornos entre las mesas de campaña para que luzca nuestro festín. Esperamos con paciencia que acabe el rasurado y nos damos a los filetes de nuestro proveedor preferido en el país vecino.


Vistas la salinas y devorados los filetes, dada cuenta de los sublimes caldos de ocasión, nos damos a localizar la base de operaciones campista. En breve nos ponemos de acuerdo con el primo de Astérix y su señora admistradora, no hay problema para establecerse junto al lago. Seguimos fielmente las instrucciones de la tribu Quechua y en un periquete la tienda se alza ante nosotros. ¡Prueba superada! Mañana nos espera el maestro y iglesia de calendarios de caja de ahorros.

viernes, 9 de agosto de 2013

No matalàs

No, no és el cinquè manament en xinés. És que els gurús de la religió del camping han decidit renovar el seu parc de matalassos i exterminar la raça del 1,20m. És l'era dels 1,40m i no us havíeu adonat. Així de pas haureu de canviar de tenda de campanya, llençols i qualsevol objecte vinculat amb la posició horizontal.

- Potser ho tenen a la botiga de Perpinyà, però aquí porta dues setmanes exhaurit i no arribarà fins setembre.

El molt servicial sùbdit de la tribu Quètxua, en el seu francés de sisè d'EGB, va agafar el telèfon i va trucar a l'altra banda dels Pirineu. Però és una ordre d'extermini global, l'eradicació dels matalassos de quan érem gent de poca sustància i ens podíem ficar en qualsevol lloc.

Total, esperem que a la Xina no es mirin massa això de les mides i que no vingui de vint centímetres. Amb la nostra nova adquisició, hem posat rumb al Nord, un cop enllestida l'etapa pirinenca anterior. A Lyon han arribat les forces en aquesta primera singladura, ben rebuts per un apartament ultramodern i una inesperada dosi d'art modern en girar la cantonada, en compensació pels durs dies de camping que ens esperen per poder veure els mestres de l'arquitectura en acció.