A las 4 de la mañana, nuestro director de fotografía fija aparece con su deportivo en la puerta, y la mitad del equipo se encarama en las laderas del volcán que ha estado observando nuestros movimientos estos días. A tiempo para capturar la salida del sol y el renacimiento de la ciudad a sus pies. Cuando la otra parte del equipo justo ha vencido al sueño, están de vuelta y se dirigen a la busca y captura de más perlas que la ciudad guarda en su seno, así como de conseguir los últimos archivos pendientes y los regalos promocionales que las cadenas nos obsequian.
Se impone la preceptiva despedida de nuestra piscina preferida y una preceptiva sistema para el miembro del equipo que empezó el día antes. Largos de punta a punta, algunas gestiones pendientes y tras un simpa antalógico, esperamos al resto del equipo que nos ayudó durante estos días con una cerveza en la mano, que esta vez sí pagamos. Un brindis por ese equipo de leyenda, con el que se gozó tanto como se trabajó, fue un placer conocerles.
Tras la despedida con el resto de amigos topanistas en el país, maletas y taxi al aeropuerto ya a la mañana siguiente. Lo tenemos, ahora sólo hay que armar el rompecabezas, ya en nuestros estudios. Fue un gusto retransmitir otra nueva aventura, siempre inspirada en las enseñanzas del maestro Lazlo.
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