Hasta pronto, quizás volvamos a vernos la próxima Navidad. Quién sabe si podremos volver a comer tagine de mil maneras diferentes, a paladear y recordar el sabor de las naranjas, a cenarnos con harira y huevo duro. A sacar fotos furtivas, a pasear entre los puestos de baratijas orientales, a dar propinas como marajás de barrio y a pasar calor en pleno invierno.
Fue un placer comprobar que todo sigue igual, al menos las cosas que nos hacen sonreir. Hasta muy pronto.
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