La jornada empieza con un buen desayuno con nuestro inefable Neftalí. Huevos rancheros y frijolitos volteados a una cuadra de la iglesia de Antiguo Cuscatlán, mientras el candidato se decide a llegar y dar comienzo a la misa programada para el día.
Una pléyade de permanentes con laca prueba de campaña de electoral, va desfilando por el pasillo central, mientras el párroco elegido para tan magna celebración, repasa en la sacristía su homilía.
- Uno nunca pensó conocer a unos posibles presidente y vicepresidente de la República y darles instrucciones sobre cómo comportarse. Porque ahí fuera ustedes verán qué hacen, pero aquí dentro mando yo.
El jefe de todo esto dejar ir un hilillo de baba de satisfacción, mientras tartamudea su mensaje de amor y esperanza por un futuro mejor y se arregla su flequillo de niño estudioso. El partido reza, quizás el Todopoderoso nos ilumine en la recta final y nos dé su confianza para ganar, nosotros somos el brazo ejecutor de su voluntad. ¿Quién si no? Enfrascados en estas terribles dudas, las voluntarias de la sección femenina, presentes por la Patria y por todas partes, pasan el cepillo, para financiar el oficio. Algo parecido a como se hace con la campaña, aunque más fácil y económico porque la iglesia seguramente está ya amortizada y no cobra las tarifas del Hotel Terraza.
Salimos para el campo, a ver cómo es eso de que no tienen agua todavía en este país. Intercambio de carro y bajada al Trópico, a sudar y a tragar polvo. Entrevista con doña Reina, tremenda lideresa local, quien al acabar nos homenajea con un atol a la misma temperatura que el asfalto de la carretera. Logramos no quemarnos la lengua y llegar al siguiente proyecto de agua, con vistas a un Pacífico que nos espera, con sus mariachis, ceviches y familias que pasan el día con la abuelita.
Refrescados por la brisa marina, volvemos a la capital, a cubrir la última capacitación del día y la entrevista con nuestro abogado ambientalista preferido. Con un café en la mano y un fondo de público que bien pudiera haber estado en la misa de la mañana, desgranamos los agravios ambientales a este país.
No nos vamos a la cama sin celebrar que estamos aquí con los viejos camaradas. Mañana más, no dejen de seguirnos.
Una pléyade de permanentes con laca prueba de campaña de electoral, va desfilando por el pasillo central, mientras el párroco elegido para tan magna celebración, repasa en la sacristía su homilía.
- Uno nunca pensó conocer a unos posibles presidente y vicepresidente de la República y darles instrucciones sobre cómo comportarse. Porque ahí fuera ustedes verán qué hacen, pero aquí dentro mando yo.
El jefe de todo esto dejar ir un hilillo de baba de satisfacción, mientras tartamudea su mensaje de amor y esperanza por un futuro mejor y se arregla su flequillo de niño estudioso. El partido reza, quizás el Todopoderoso nos ilumine en la recta final y nos dé su confianza para ganar, nosotros somos el brazo ejecutor de su voluntad. ¿Quién si no? Enfrascados en estas terribles dudas, las voluntarias de la sección femenina, presentes por la Patria y por todas partes, pasan el cepillo, para financiar el oficio. Algo parecido a como se hace con la campaña, aunque más fácil y económico porque la iglesia seguramente está ya amortizada y no cobra las tarifas del Hotel Terraza.
Salimos para el campo, a ver cómo es eso de que no tienen agua todavía en este país. Intercambio de carro y bajada al Trópico, a sudar y a tragar polvo. Entrevista con doña Reina, tremenda lideresa local, quien al acabar nos homenajea con un atol a la misma temperatura que el asfalto de la carretera. Logramos no quemarnos la lengua y llegar al siguiente proyecto de agua, con vistas a un Pacífico que nos espera, con sus mariachis, ceviches y familias que pasan el día con la abuelita.
Refrescados por la brisa marina, volvemos a la capital, a cubrir la última capacitación del día y la entrevista con nuestro abogado ambientalista preferido. Con un café en la mano y un fondo de público que bien pudiera haber estado en la misa de la mañana, desgranamos los agravios ambientales a este país.
No nos vamos a la cama sin celebrar que estamos aquí con los viejos camaradas. Mañana más, no dejen de seguirnos.
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