En algún lugar del presupuesto de la República de Mozambique hay una línea, un asentamiento para los puristas, donde dice "Casas de campo para que el Sr. Presidente pase un día". Es fácil de calcular, porque todas las casas son iguales y, sin calentarse mucho la cabeza, podemos suponer que valen lo mismo, sin mucho margen para el error. Entonces se multiplica el valor de esa casa por el número de pernoctaciones o días y se deduce el valor a asignar.
A veces hay errores, como en Tsenane, donde en junio nuestro amado líder pasará una de esas noches inolvidables, por lo menos para sus pobladores. Por alguna razón, la primera casa que se construyó, idéntica a la primera, no es válida. Error, vuelta a empezar. Cien metros más arriba al otro lado de la polvorienta carretera que lleva a Funhalouro, los albañiles se afanan a repetir la construcción, que ya se saben de memoria. Quizás ellos sepan donde falló la cosa, quizás fue un azulejo roto en el cuarto de baño (el único con cisterna en 300Km a la redonda), o una puerta que no cierra bien, esas cosas pasan hasta en las más excelsas residencias. La casa blanca que perdió su oportunidad mira envidiosa a la otra, todavía de color cemento, cómo se va alzándose, y le desea que un contratiempo de última hora en la agenda presidencial la deje sin ese honor.
Algo parecido nos ha pasado esta mañana, las ganas de enseñarnos cosas por parte de nuestros huéspedes de hoy, nos han hecho quedar mal con un grupo de evaluados. No sabemos si llevaban su uniforme de comité de higiene como en la primera comunidad, con su camisetas y gorras recién serigrafiadas, porque alguien nos han prevenido que llevaban más de tres horas esperándonos y quizás no valía la pena ni entrar. Así que hemos deshecho el camino del bosque, hasta volver de nuevo a las oficinas, donde se nos ha obsequiado con un guiso de esos cabritos que estamos promocionando entre los evaluados.
Por la tarde, entrevistas institucionales, de esas en las que todo es estupendo y de las que uno sale con la duda de si estábamos hablando del mismo país y momento. Visita a un viejo amigo antes de probar la gacela en el Complexo Tropical y visionado completo de estrella. Cada uno a su cabaña, que mañana sigue el tour en el monte.
A veces hay errores, como en Tsenane, donde en junio nuestro amado líder pasará una de esas noches inolvidables, por lo menos para sus pobladores. Por alguna razón, la primera casa que se construyó, idéntica a la primera, no es válida. Error, vuelta a empezar. Cien metros más arriba al otro lado de la polvorienta carretera que lleva a Funhalouro, los albañiles se afanan a repetir la construcción, que ya se saben de memoria. Quizás ellos sepan donde falló la cosa, quizás fue un azulejo roto en el cuarto de baño (el único con cisterna en 300Km a la redonda), o una puerta que no cierra bien, esas cosas pasan hasta en las más excelsas residencias. La casa blanca que perdió su oportunidad mira envidiosa a la otra, todavía de color cemento, cómo se va alzándose, y le desea que un contratiempo de última hora en la agenda presidencial la deje sin ese honor.
Algo parecido nos ha pasado esta mañana, las ganas de enseñarnos cosas por parte de nuestros huéspedes de hoy, nos han hecho quedar mal con un grupo de evaluados. No sabemos si llevaban su uniforme de comité de higiene como en la primera comunidad, con su camisetas y gorras recién serigrafiadas, porque alguien nos han prevenido que llevaban más de tres horas esperándonos y quizás no valía la pena ni entrar. Así que hemos deshecho el camino del bosque, hasta volver de nuevo a las oficinas, donde se nos ha obsequiado con un guiso de esos cabritos que estamos promocionando entre los evaluados.
Por la tarde, entrevistas institucionales, de esas en las que todo es estupendo y de las que uno sale con la duda de si estábamos hablando del mismo país y momento. Visita a un viejo amigo antes de probar la gacela en el Complexo Tropical y visionado completo de estrella. Cada uno a su cabaña, que mañana sigue el tour en el monte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario