¿Cómo sabe el guardia de seguridad, parapetado detrás de su escopeta de perdigones y con cara de estar conteniéndose para no iniciar una matanza al más puro estilo de Hollywood, que somos o no mormones? ¿Expiden un carnet de mormonidad cuando abrazas el único credo verdadero? ¿Se lleva en la sangre y se te nota en la cara, aunque hayas madrugado para ir temprano a misa mormona?¿Se nace o se hace uno mormón?
Después de la segunda vuelta alrededor del templo, construido para ser el faro centroamericano de todos los peregrinos (mormones), somos un mar de dudas. Una verja protege las inmediaciones de tamaño monumento a la fe redentora, con aspecto de ojiva nuclear apuntando a todos los males terrenales, incluido el comunismo, según reza en la rotonda adyacente.
- Quieren que se convierta en algo así como Santiago de Compostela y que toda la mormonidad acuda de todas partes de Centroamérica -señala nuestra guía chófer-.
En cualquier caso, si no eres mormón, no puedes ver lo que hay dentro. A no ser que tuvieras suerte y aprovecharas el único día de puertas abiertas con que se obsequió a la incrédula ciudadanía salvadoreña.
Ya estamos instalados bajo el volcán, recuperando los sabores y fragancias que nos embriagaron en el pasado, incluido el de la flota de autobuses y sus carburadores de antes de la crisis del petróleo. Por la noche, a compartir con los viejos camaradas pupusas y un Rioja incorporado en el último momento a la bolsa de viaje, luchando contra el jet lag y los deseos de coger la cama como sea.
Después de la segunda vuelta alrededor del templo, construido para ser el faro centroamericano de todos los peregrinos (mormones), somos un mar de dudas. Una verja protege las inmediaciones de tamaño monumento a la fe redentora, con aspecto de ojiva nuclear apuntando a todos los males terrenales, incluido el comunismo, según reza en la rotonda adyacente.
- Quieren que se convierta en algo así como Santiago de Compostela y que toda la mormonidad acuda de todas partes de Centroamérica -señala nuestra guía chófer-.
En cualquier caso, si no eres mormón, no puedes ver lo que hay dentro. A no ser que tuvieras suerte y aprovecharas el único día de puertas abiertas con que se obsequió a la incrédula ciudadanía salvadoreña.
Ya estamos instalados bajo el volcán, recuperando los sabores y fragancias que nos embriagaron en el pasado, incluido el de la flota de autobuses y sus carburadores de antes de la crisis del petróleo. Por la noche, a compartir con los viejos camaradas pupusas y un Rioja incorporado en el último momento a la bolsa de viaje, luchando contra el jet lag y los deseos de coger la cama como sea.
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