jueves, 8 de noviembre de 2012

Crowdfunding en Los Hernández

- Señora, ¿no va a participar en la rifa de una estupenda vajilla de 24 piezas, de polietileno legítimo, made in China? Es para sufragar el proyecto de agua.
- ¡Cómo no! Déme diez boletos. Pero cuidado me la rompen, me la voy a ganar seguro.

El aviso no es porque sí. Aunque no haya loma que se nos resista, ni quebrada insondeable para estos exploradores del vital líquido, las montañas de Centroamérica son un peligro para el menaje del hogar, sobre todo cuando se transporta en esas líneas de furgonetas coreanas, donde la gente se guinda como puede e intenta llegar a sitio con vida.
Esperemos que los chinos se hayan imitado a sí mismos, por una vez en la vida, y sea polietileno y no porcelana.

Precioso descenso hasta las profundidades desde donde sale el agua que quieren poner en su casa nuestros estimados amigos. Ellas (de esto no se encarga ningún caballero, ¡habrase visto!) hacen el trayecto ocho veces al día, un vaso de agua en Los Hernández se paga con sudor femenino, queridos. La reunión de hoy, tras departir en el fondo de la quebrada con los albañiles (esa subespecie humana presente en todo el orbe, también con su tipo especial de bronceado en estas latitudes y su característico repertorio de sonidos guturales), va de cómo acelerar la marcha para que las chicas esté contentas. Las locales, por razones obvias, y la secretaria técnica de la embajada nipona, nuestra prodigiosa mecenas, porque se lo merece. Dicen que cuando bajó los doscientos metros, en tacones y sin agua, y volvió a subir, con todo el sol del Trópico, ya casi sin resuello, se le oyó murmurar lo justificada que estaba la inversión.

En Los Hernández entienden el japonés y el chino, y lo que haga falta. Nuestras chicas se merecen brindar estas Navidades con agua del grifo y no del cántaro.

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