¿Qué insospechados peligros acechan
en los caminos?¿Qué impenetrables enemigos vigilan y nos desean lo
peor? ¿Qué terribles desventuras amenazan nuestra paz? El viajero
se hace esas preguntas cuando avanza por la carretera y descubre en
cada rincón, en cada encrucijada, en cada cumbre, un avezado
vigilante; fiel, impasible a los rigores africanos, atento a
cualquier circunstancia, dentro de su traje de gala, bajo su gorra de
plato, luciendo sus relucientes guantes. Cada cincuenta metros, un
vigía para nuestra seguridad oteando el horizonte. Y junto a él,
una bandera patria, en un indisoluble binomio de afirmación y
determinación nacional.
- Ahora sí, va a pasar, ¿quieren venir a verlo?
- Es el Rey. Vendrá hoy a inaugurar
un puerto para los pescadores en Oued Laou. ¿Podéis quitar el
coche y echarlo un poco adelante? Es para evitar algún atentado con
bomba.
Ajá! Es nuestro monarca quien merece
todas esas garantías de seguridad. Y de afecto: las multitudes se
agolpan bajo los árboles del camino, tras la vallas, contenidos por
los cuerpos de seguridad. Y ya se sabe, el monarca puede variar su
agenda: los agasajos retrasan a cualquier comitiva y lo que era media
hora se convierte en tres horas. Pero el pueblo, la patria viva,
resiste cualquier contratiempo en el camino.
El mercado de Oued Laou debe cancelarse
con la venida del Rey, claro, ¡vaya pregunta! ¿Comer esperando al
Monarca?¿Pero a quién se le ocurre?Así que debemos deponer
nuestras intenciones consumistas y lanzarnos a la playa, saboreando
un inédito snack de ganchitos y olivas nacionales como única opción
para saciar nuestra hambre.
- Ahora sí, va a pasar, ¿quieren venir a verlo?
Toda la playa se vacía en un
santiamén, acudiendo a la nueva avenida (esa que forma a nuestros
campeones de medio fondo) a saludar a Su Majestad. Aprovechamos para
seguir con nuestra exploración del litoral, a la búsqueda de de
nuevas playas vírgenes, porque el progreso las va devorando
inexorablemente. En Tharga encontramos algo parecido a lo que
buscamos, la última frontera, con estampa de pescadores y barcas
faenando, pero sin chiriguito de playa.
Volvemos a Oued Laou a degustar su
fritura de pescado, donde tiempo atrás empezamos un Año Nuevo (ver
anteriores capítulos), en uno de esos lugares que el diseño (que es
lo que viene después del progreso), acabó engullendo en casa.
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