En Estambul, por lo menos tuvimos la recompensa de ver nacer el día a bordo del ferry que nos llevó desde la parte asiática de nuevo a Europa. Sonámbulos, llegamos a Mavi Guesthouse, todo un clásico del mundo mochilero, al parecer y por lo visto.
- "Go up to the roof", nos dijo Siriyaqui (o algo así le había puesto la tropa mochilera nipona, recién sacados de un casting de algún remake del mejor cine bélico yanqui de la Segunda Guerra Mundial)
¿"Roof" significaba tejado? Efectivamente, con su uralita correspondiente y sus literas escolares en serie. Eso sí, a los pies de Sta. Sofía, cocedero de marisco, que luego no resulto ser tanto.
Siempre hay en estos sitios una necesidad urgente de conocer gente y de intercambiar amistades de quita y pon, datos absurdos, profundísimos, sobre viajes que nunca haremos y lugares archidescubiertos, mientras alguien repasa los grandes éxitos de Kris Kristoferson con una guitarra como la que Siriyaqui guarda para cada ocasión. Antes de caer rendidos, nos dio tiempo de rodear Estambul y presentarle nuestros respetos de exploradores alrededor del Mar Negro.
Mañana, con el permiso de los buscadores-de-contactos-para-el-facebook que no se callan ni a las cinco de la mañana en una habitación llena de gente intentando dormir, seguiremos hasta Amasra, ya a orillas del mar.
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