
Sinop, siento decirlo, no fue para tanto. Quizás teníamos demasiadas esperanza depositadas en ella, pero al rato nos dimos cuenta de que lo mejor de las dos últimas etapas había sido el recorrido en sí mismo. Nos dimos una vuelta, tras haber ganado de nuevo al pansionópolis, pero poca cosa, la verdad. Le vamos a dar el aprobado por las murallas, como las de Tarragona que cantara aquel, y el paseíto al lado del mar, después de habernos bañado en un auténtico resort familiar turco, como los que había antes en casa: con sus abuelas, el 124 último modelo, chiringuito sin carta y señores jugando al dominó, en este caso backgamon.
Por la noche, dimos con una escisión maquinera del coro de la Armada Soviética con base en Sebastopol, de maniobras musicales por el muelle de Sinop, y dando vueltas alrededor suyo en un romántico barco. No hicimos más preguntas y nos resignamos a los pocos encantos de Sinop: bocata de caballa en la tónica de la ciudad (no clasifica para la UEFA), y una de tes mirando el mar, siempre atentos a que los camareros no acortaran tan plácida velada.
Veo que estáis disfrutando de mala manera. Me alegro. Aquí en España la noticia es que Alemania ha tenido un repunte vertiginoso en el PIB. Y poca cosa más. Disfrutad del próximo bocadillo de caballa. Un abrazo.
ResponderEliminarMiguel Ángel