- Nuestra querida alcaldesa les va a recibir.
Dejamos atrás la sala de espera, donde la población espera pancientemente su turno, gracias a las maravilla tecnológica del aire acondicionado a 15 grados y deleitándose con las hazañas de Messi en el Nou Camp. El despacho de nuestra edil preferida es un hervidero: todo el mundo rinde pleitesía a la lideresa, familia lejana de Carmen Sevilla, quien se afana en multiplicar los panes y los peces ante dos grandes insignias patrias de terciopelo decimonónico repletas de armaduras toledanas, y la atenta mirada del conquistador y descubridor de la Amazonía.
- Háganme el favor de dejar espacio, me tienen que hacer una entrevista y todavía no he desayunado ni almorzado.
El licenciado llega raudo con un delicioso batido que la hace revivir, para seguir dictando justicia e intercediendo por un pueblo que sigue allí sentado, impasible y dotado de una paciencia infinita, casi tiritando de frío, observando cómo de bien se desenvuelve con los medios topanistas:
- Yo estoy muy agracedida por todo lo que ha hecho Solidaridad Internacional con nosotros.
- Podría volver a repetirlo todo, es que nosotros venimos de parte de Ingeniería Sin Fronteras.
¡Detalles sin importancia, pardiez!, diría Don Francisco de Orellana, atrapado en su retrato, mirando el río que descubrió y la ciudad a la que dio nombre. Luego y ante ese mismo río, nos deleitamos con un jugo tropical, una pequeña obra de arte absorbida por los 100 decibelios de cumbia que hay que resistir en el pequeño rincón romántico que nos regala la villa.
La obra avanza, la nave va. Como Don Francisco, bajando el río para ganar la mar océana, sorteando las planificaciones y los discursos políticos eternamente agracedicos con la labor pastoral de nuestra querida ONG. Media de lomo con compañía de la buena y un mojito en el mismo rincón, algo más tranquilo, para cerrar un día productivo.
Mañana, a ver el oro negro.
Dejamos atrás la sala de espera, donde la población espera pancientemente su turno, gracias a las maravilla tecnológica del aire acondicionado a 15 grados y deleitándose con las hazañas de Messi en el Nou Camp. El despacho de nuestra edil preferida es un hervidero: todo el mundo rinde pleitesía a la lideresa, familia lejana de Carmen Sevilla, quien se afana en multiplicar los panes y los peces ante dos grandes insignias patrias de terciopelo decimonónico repletas de armaduras toledanas, y la atenta mirada del conquistador y descubridor de la Amazonía.
- Háganme el favor de dejar espacio, me tienen que hacer una entrevista y todavía no he desayunado ni almorzado.
El licenciado llega raudo con un delicioso batido que la hace revivir, para seguir dictando justicia e intercediendo por un pueblo que sigue allí sentado, impasible y dotado de una paciencia infinita, casi tiritando de frío, observando cómo de bien se desenvuelve con los medios topanistas:
- Yo estoy muy agracedida por todo lo que ha hecho Solidaridad Internacional con nosotros.
- Podría volver a repetirlo todo, es que nosotros venimos de parte de Ingeniería Sin Fronteras.
¡Detalles sin importancia, pardiez!, diría Don Francisco de Orellana, atrapado en su retrato, mirando el río que descubrió y la ciudad a la que dio nombre. Luego y ante ese mismo río, nos deleitamos con un jugo tropical, una pequeña obra de arte absorbida por los 100 decibelios de cumbia que hay que resistir en el pequeño rincón romántico que nos regala la villa.
La obra avanza, la nave va. Como Don Francisco, bajando el río para ganar la mar océana, sorteando las planificaciones y los discursos políticos eternamente agracedicos con la labor pastoral de nuestra querida ONG. Media de lomo con compañía de la buena y un mojito en el mismo rincón, algo más tranquilo, para cerrar un día productivo.
Mañana, a ver el oro negro.
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