lunes, 23 de agosto de 2010

Dime cuándo, cuándo, cuándo



El topanismo autobusero y marítimo es ya un clásico de la literatura de viajes. Mucho se ha escrito y padecido de los viajes hacia adelante, atrás y a ninguna parte, y hoy hemos vivido una jornada de ese estilo.
Tras atravesar las tierras altas turcas, dejando atrás Dogubayazit y su Arca perdida, llegamos a Van. Ufanos por la facilidad del viaje, intentamos tomar el feriboat, o lo que se viene a llamar el barco, para ir a la otra orilla del hermoso lago que da nombre a la ciudad (o al revés, nunca lo sabremos). Empezamos nuestra encuesta sobre el misterioso horario de salida del holandés errante, con erráticos resultados.
Según el simpático autobuseros que nos llevó a Van, no había tal barco. El señor del dolmush se aventuró a decir que a las dos. Ya en el muelle, dos transeuntes gentilmente apostaron por la una del mediodía. El despistado contramaestre, en dique seco, nos convocó a las cinco de la tarde para salir a las siete, como si de un vuelo internacional se tratara. Ya en el restaurante, que luego resultó ser la cueva de Alí-Babá, apostaron por las tres de la tarde.

Ante tal dispersión de resultados, decidimos volver a la carretera, como hubiera hecho Miguel Ríos en sus tiempos mozos. Dos intrépidos autobuseros nos interceptaron en la Otogar y nos vendieron un billete para ir en dos horas al otro lado de aquel lago que se estaba convirtiendo en la mar océana. Cuando tomamos rumbo al norte de nuevo, supimos que estábamos viviendo un nuevo capítulo de la susodicha leyenda topanista, deshaciendo una hora de camino y dándole la vuelta al lago por el lado más largo. Tras el preceptivo control militar, a diez minutos de llegar a nuestro destino y después de más de tres horas de viaje, el señor conductor de primera, decidió que tenía hambre y se paró a tomarse su bocadillo correspondiente, durante una buena media hora.

Por suerte, Bitlis nos ha acogido de buena gana, hemos dado cuenta a un melón de la cosecha del 2010, y nos hemos tomado unos çays con la parroquia local, sorprendidos de ver a dos exploradores topanistas en sus dominios. Mañana Diyarbaquir, a ver qué se cuentan los kurdos.

PD. La foto es de otro día, hoy el mosqueo no nos ha inspirado con el audiovisual, y hemos corrido un tupido velo.

2 comentarios:

  1. Muy buena la foto De los Panqueques de remolacha. Típicos de la zona, no?

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  2. Querido topanista: se trata de lonchas de salami georgiano, debidamente enrolladas para no levantas sospechas, suponemos que de la antigua KGB.

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